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Teotihuacán es la zona arqueológica más conocida de América, pero más que unas ruinas, representa una civilización y cultura que se manifiesta a través de la majestuosidad de su arquitectura y de su arte visual. A diferencia de otros asentamientos prehispánicos, de Teotihuacán no se conservan códices, estelas u otras formas jeroglíficas que nos hablen con precisión de su historia, de sus dioses y gobernantes y del misterioso abandono de su ciudad. Su nombre mismo “Teōtihuácān”, que en náhuatl puede significar: “ciudad de los dioses” o “lugar donde fueron hechos los dioses” o “lugar donde los hombres se convierten en dioses”, fue puesto siglos después por los mexicas, su nombre original se desconoce.
Teotihuacán constituye una de las ruinas que mayor interés arqueológico ha despertado desde el siglo XIX, pero muchas de las teorías que se tomaban como ciertas han ido cambiando con los hallazgos de las últimas décadas. Lo cierto es que sigue habiendo muchas incógnitas de esta majestuosa civilización; sin embargo, esta circunstancia pone al buen observador de las ruinas en cierta autonomía para repensar algunos de esos enigmas.
El contexto geográfico, como muchas otras partes del altiplano mexicano, se ha ido transformando con el pasar del tiempo. Lo que en su época de esplendor fue una región con diversos mantos acuíferos y pluviales propicios para el cultivo del campo, y con bosques que abastecían de madera, hoy es una zona semiárida. Rodeada por algunas montañas que proporcionaban la piedra de tezontle, muy común en sus pirámides; y la piedra cristalina de obsidiana, la cual es muy posible que fuera su principal fortaleza comercial. En sus murales y motivos arquitectónicos se encuentran una gran cantidad de animales que seguramente eran comunes en aquella geografía, como lobos, jaguares, venados, pumas, armadillos, víboras, águilas, etc.
A continuación presento una breve descripción de los principales lugares que se han explorado y que hoy en día pueden visitarse.
En los inicios del esplendor teotihuacano, hacia el 200 d.C., se construyó esta gran plaza como centro de la ciudad. A partir de ella se extendían, en dos ejes, sendas calzadas siguiendo los puntos cardinales (norte-sur y este-oeste); de ellas, la calzada de los muertos es la que se conserva hasta nuestros días. La Ciudadela debe en parte su majestuosidad a sus dimensiones y atmósfera arquitectónica. Forma una enorme plataforma elevada de aproximadamente 400 metros de longitud a cada lado y solamente tiene una entrada escalonada por el oeste. En tres de sus lados: norte, sur y oeste, se encuentran cuatro adoratorios simétricos. En el este solamente hay tres, y estos se encuentran por detrás de otras construcciones de mayores dimensiones: una pirámide o templo, de cuatro taludes, y detrás de esta se encuentra el Templo de Quetzalcóatl. A ambos lados de esta pirámide se conservan las ruinas de dos zonas residenciales, muy probablemente destinadas para los sacerdotes y grupos dirigentes de la ciudad. En el centro de la plaza, se encuentra otro adoratorio de menores dimensiones, este tiene escaleras orientadas a cada punto cardinal. Cuando se observa el conjunto de la Ciudadela uno puede imaginarse no solamente la belleza sobrecogedora de lo que fue ese lugar, sino también la vida ceremoniosa y ordenada de aquella civilización.
La edificación principal de la Ciudadela es el templo de Quetzalcóatl (Serpiente Emplumada), con 7 cuerpos superpuestos, con taludes ricamente adornados con diversos motivos religiosos y políticos. Destaca la repetición de la serpiente emplumada cuyo cuerpo está entre conchas y caracoles marinos. Como puede verse en otras representaciones, la serpiente carga sobre su cuerpo un tocado del mismo tamaño de su cabeza, que significaba ciertos atributos divinos. Este tocado –una cabeza dentada y con dos anillos en la frente– posiblemente represente a Cipactli, una deidad monstruosa femenina y acuática que al ser dividida formó el cielo y la tierra. Este templo fue cubierto por otra edificación, como símbolo de un nuevo poder reinante.
En las excavaciones del templo de Quetzalcóatl se han encontrado diversos enterramientos humanos –54 en total–, algunos con las manos atadas por la espalda, y colocados con cierta simetría, lo que pudiera tratarse de sacrificios ceremoniales. Muy recientemente, en octubre de 2014, se dio a conocer el hallazgo de más de 50 mil objetos de una majestuosa ofrenda ceremonial, al final de un túnel que se encuentra debajo del templo de Quetzalcóatl. Se piensa que son objetos rituales puestos en la antecámara donde se encuentran los restos mortuorios de un importante dignatario teotihuacano. El siguiente paso para los arqueólogos será llegar a la cámara principal. Ojalá ese lugar, después de ser descubierto, se respete y se dejen las cosas en su situación original. Incluso los visitantes podríamos saber que debajo de esas edificaciones todavía se conserva parte de la historia de esa civilización.
Vista parcial de la pirámide de Quetzalcóatl. | Detalle de los taludes en la pirámide de Quetzalcóatl. |
La «Calzada de los muertos» fue nombrada así en el siglo XVI debido a que se pensaba que los túmulos de tierra que había a los costados eran tumbas. Se trata de un conjunto extenso de adoratorios, que seguramente daban a todo el conjunto una sensación de una enorme fuerza sobrenatural que dominaba la ciudad. Para hacernos una idea del revestimiento artístico que acompañaba a esas edificaciones, se puede observar el mural de un felino (animales adorados en Teotihuacán). Imaginemos aquella avenida con sus adoratorios adornados con diversas pinturas y esculturas simbólicas.
La calzada se extiende desde la Pirámide de la Luna al norte y continua después de la Ciudadela hacia el sur (más allá de la Ciudadela está poco explorada). Actualmente su extensión es de aproximadamente dos kilómetros de largo, y tiene un ancho que varía entre 40 y 60 metros. La calzada se cruza perpendicularmente con el río San Juan, formando cuatro extensiones en los que se asentaron diversos barrios por detrás de los adoratorios mencionados.
Muy próximo al río San Juan se encuentran los «Edificios Superpuestos», donde se conservan algunos murales. Contiguo a esas edificaciones está el «Conjunto Plaza Oeste», desde donde se puede tener una vista de los conjuntos habitacionales. Al fondo de esa Plaza o patio residencial se conserva la parte baja de unas bellas escaleras con el remate de unas enormes cabezas de serpiente con sus lenguas bífidas descansando en el suelo.
La calzada de los muertos con sus adoratorios. Al fondo la pirámide de la luna. | Escalera con alfarda en forma de cabeza de serpiente en el “Conjunto plaza oeste”. |
Mural del felino en uno de los adoratorios de La calzada de los muertos. |
Sin duda el lugar más icónico y monumental de Teotihuacán es la Pirámide del Sol, construida en el siglo II de nuestra era. Con su base de 246m por lado y sus 63m de altura es una de las pirámides más grandes del mundo. Estas dimensiones realzan su carácter simbólico y ceremonial en medio de la gran ciudad. Está compuesta de 4 cuerpos superpuestos.
La pirámide obliga al visitante a elevar la mirada, sin embargo, debajo de ella, en lo oculto, se encuentra el motivo religioso y cósmico que tuvieron sus monarcas para edificarla. En la base de la escalinata principal se encuentra un pozo de 7 metros de profundidad que conduce a una cueva (muy posiblemente natural) de 102 metros de largo que termina en 4 cámaras semejantes a los pétalos de una flor. Los arqueólogos mencionan dos significados compatibles: La cueva simboliza la entrada al inframundo, el lugar de los muertos. También puede representar la matriz maternal de donde nacen los pueblos. Así estaría representada la dualidad fundamental: vida y muerte. Por otra parte, hay indicios factibles de que esta pirámide simbolice una montaña sagrada de la cual brota el agua desde su interior, siendo así el centro del universo. Actualmente se cree que estaba dedicada a Tláloc, el dios del agua, y que había un adoratorio a esta deidad en la parte más alta de la pirámide. Hace unos años se encontró la ofrenda dedicatoria de la pirámide que contenía, entre otros muchos objetos, once vasijas Tláloc.
Si bien su actual nombre «Pirámide del Sol» puede prestarse a confusiones, ya que no es su nombre original (fueron los aztecas, siglos después de su abandono, que le dieron ese nombre). Hay algunos aspectos que pueden asociarla al Sol en su papel cosmogónico. Los 260 escalones que tenía la pirámide corresponden a la división de 52 peldaños por cada Sol o era. «El Quinto Sol», que da el número total de escalones, se refiere a las etapas diferentes por las que había pasado la tierra desde su creación. También hay que considerar que recientemente, en 2013, en una cavidad en la parte más alta de la pirámide, se encontró una escultura de buen tamaño de Huehuetéotl (dios del fuego, el dios viejo); ya en 1906 se habían encontrado diversos objetos relacionados con la ceremonia sagrada del Fuego Nuevo, asociada a la culminación de los ciclos calendáricos.
Pirámide del sol. | Escultura-brasero del dios del fuego Huehueteotl.El ritual de quemar incienso evocaba al fuego eterno. Esta pieza teotihuacana se encuentra en el museo de antropología de la Ciudad de México. |
Barrio teotihuacano desde lo alto de la pirámide del sol. |
En el extremo norte de la Calzada de los muertos se encuentra la Pirámide de la Luna, su vista es impresionante aunque no tenga las dimensiones de la Pirámide del Sol. Se enmarca en una plaza amplia con 13 basamentos que seguramente constituían un conjunto ceremonial de gran relevancia. Con las nuevas exploraciones arqueológicas al interior de esta pirámide se sabe que fue precedida por otras seis etapas constructivas, siendo la actual aproximadamente del año 400 de nuestra era. Se han encontrado diversos depósitos rituales con enterramientos de personas sacrificadas, y estas acompañadas de animales y muchos objetos de cerámica, piedras valiosas y conchas marinas. En su cercanía se encontró una gran estatua femenina de Chalcihuitlìcu, «la que tiene su falda de jade», importante deidad asociada al agua que transita en la tierra (ríos, lagos, mares) y a los bautismos ceremoniales. De este hallazgo se estableció una posible conexión entre las dos pirámides en torno al preciado líquido.
Plaza y pirámide de la luna. | Escultura monolítica de Chalchiuhtlicue diosa de las aguas. Actualmente se encuentra en el museo de antropología |
Contiguo a la Plaza de la Luna se encuentra el Palacio de Quetzalpapálotl, un edificio suntuoso bien restaurado que tiene un hermoso patio con pilares cuadrados hechos de piedra cuidadosamente labrados: hacia el oriente el motivo son quetzales (asociados a la salida del Sol) y hacia el poniente el motivo son búhos (asociados a la puesta del Sol). Encima de los pilares se puede observar un friso decorado en tonalidades rojas, rematado por almenas decorativas con un símbolo cronológico. También las paredes al interior de los pasillos y las tres estancias con las que contaba el palacio están decoradas. Si bien no se sabe con precisión la finalidad de ese palacio, podemos darnos una idea de los espacios reservados para la élite teotihuacana. Debajo de este palacio se encontró un edificio anterior: Templo de los caracoles emplumados, debe su nombre a unos relieves de enormes caracoles emplumados con boquilla. En esta estructura se conservan varios motivos decorativos: flores de cuatro pétalos, el cual es un glifo teotihuacano para representar el orden geográfico del universo; se encuentra también un tablero con la pintura de aves policromadas en vuelo, las cuales arrojan agua. Junto a este palacio, al poniente, se encuentra el Patio de los jaguares, ahí vale la pena apreciar la escalera con sus alfardas en forma de serpiente con el crótalo descansando en el piso, estilo muy teotihuacano. En las habitaciones se encuentran murales con diversas imágenes, en los cuales destaca el jaguar que está haciendo sonar un enorme caracol ritual.
Felinos en el palacio de los jaguares. |
A unos 200 metros al noreste de la Pirámide del Sol se encuentra el Palacio Tepantitla, una espléndida muestra de la riqueza arquitectónica y de decoración en sus murales.
Su más importante mural es El Tlalocan donde se encuentra una profusa representación de imágenes policromadas: flora y fauna, agua y montaña, hombres sencillos, jugadores de pelota, sacerdotes y dioses revestidos con majestuosas vestimentas. El mural fue explicado por Alfonso Caso –su explorador en la década de 1940–, como una alusión al paraíso que el dios Tláloc tiene reservado a los que fallecían por alguna causa asociada al agua, de ahí el carácter lúdico que se muestra en el mural. Para Matos Moctezuma se trata, más bien, de la representación de una festividad relacionada con la cosecha.
Sacerdote en el palacio de Tepantitla. |
Al suroeste se encuentran varios conjuntos residenciales. El primero de ellos es Tetitla el cual tiene varios atractivos, ya que sus espacios arquitectónicos conservan varios aspectos de su original importancia: un patio ceremonial con un altar, habitaciones con pórticos, desagües, pasillos. Sus murales son de una enorme riqueza: un sacerdote o deidad con un gran tocado en la cabeza, este personaje está entregando dones con sus manos. Otro sacerdote, revestido como jaguar, se dirige inclinado hacia un altar, también están pintados nadadores que se sumergen al fondo del agua en busca de conchas. Hay unas magníficas águilas con las alas abiertas, así como otros animales.
Lechuza en el Palacio de Tetitla. | La diosa de jade en el Palacio de Tetitla. |
Muy cerca de Tetitla se encuentra Atetelco, otro conjunto residencial y ceremonial amplio, formado por tres templos alrededor de un patio central con su adoratorio. Se han descubierto cuatro superposiciones constructivas. Los murales que dan acceso al templo representan a coyotes adornados: un escudo de chimalli, un tocado con plumas y vírgulas de sonido; cada mural está finamente enmarcado por una cenefa con diversos motivos. Otros murales del sitio contienen figuras humanas ricamente ataviadas con un disfraz de coyote, las cuales están enmarcadas en espacios reticulados de forma romboide. En otros murales las bandas entrelazadas, más redondeadas, contienen figuras antropomorfas con pectorales de caracol. Otro más representa una escena de danzantes.
Patio y adoratorio en Atetelco. |
Se trata de un conjunto con similares características arquitectónicas que los anteriores. Se distingue de ellos por sus motivos murales. Puede observarse un caballero tigre con su gran penacho de plumas, un collar de discos verdes del que penden conchas de diversos colores. La cenefa de esta imagen en dos bandas entrelazadas representa cuerpos de serpiente. Otro mural representa a Tláloc como sembrador, otra más a Quetzalcóatl. Por el deterioro en el que se encontraron los murales en su excavación (1955-1958) varios fragmentos de los murales se llevaron a las bodegas protegidas de Teotihuacán.
Almena teotihuacana que representa al dios Tláloc. Actualmente se encuentra en el museo de antropología de la Ciudad de México. |
En esa misma zona, Yayahuala es un complejo con patios, templos y habitaciones. Lo que lo hace singular es la estructura arquitectónica: se trata de un recinto amurallado, tiene 3 entradas, la principal es alta y espaciosa que conduce a un patio que tiene en 3 de sus costados amplios adoratorios, con tableros teotihuacanos. Probablemente estaba destinado como zona residencial para algunos sacerdotes.
Laurette Séjourné, la primera arqueóloga que trabajó en esta zona (1958-1961) nos da un ejemplo, con su crónica, del estado en que se encontraba al ser descubierto y los esfuerzos que supuso su exploración:
“Reanudé las exploraciones 60 metros al norte de Zacuala, en un lugar convertido desde hacía años en cantera, llamado Yayahuala, había dudado ante la desolación de lo que parecía un campo de batalla, pensando que un terreno abierto como por obuses no podría guardar nada aún intacto. El propietario Marcos Saravia me convenció al proponerme que, a cambio de las piedras que saldrían del suelo, me autorizaba a actuar sobre una extensión para mí considerable. Me puse a la obra esperando salvar así rasgos arquitectónicos quizá reveladores y aún ahora me pregunto cómo una estructura completa, con ese hermoso patio, pudo surgir de un sitio revuelto hasta las entrañas”.
Al suroeste de la Calzada de los Muertos se encuentra este barrio teotihuacano, con sus calles, su sistema hidráulico y de desagüe, plazas, templos, recintos habitacionales. Se piensa que el ahora llamado Conjunto político administrativo era un lugar para el control administrativo de la ciudad, probablemente la recaudación fiscal. En ese lugar también se ha identificado el Conjunto de artesanos, por la variedad de piedras pulidas que se han encontrado ahí y por el tipo de viviendas que la constituían. Una de las riquezas de Teotihuacán es su pintura mural y en Ventilla encontramos representados animales, personajes, utensilios ceremoniales, glifos, grecas, muchos de ellos con motivos distintos a los de otras edificaciones.
Teotihuacán tiene en la actualidad dos museos que vale la pena visitar:Enterramiento: exposición en Ventilla. |
Se encuentra en el costado sur de la Pirámide del Sol. Además de muchas piezas valiosas encontradas en Teotihuacán y ejemplos del trabajo artesanal en obsidiana, cerámica, conchas y huesos, el museo tiene una exposición sobre la evolución constructiva de la ciudad. Una sala está dedicada a los ritos funerarios, otra a las poblaciones que recibieron el influjo de su cultura. Tiene una magnífica maqueta de Teotihuacán enmarcada al pie de un gran ventanal desde donde se puede admirar la Pirámide del Sol.
La pirámide del sol desde un ventanal del museo del sitio de la cultura teotihuacana. |
Como se ha comentado, Teotihuacán desarrolló ampliamente la pintura mural y casi todas sus construcciones estuvieron a disposición de sus pintores. En el museo puede apreciarse una muestra, en conjunto, de la variedad y riqueza de este arte. La mayoría de las piezas son fragmentos que provienen de diversas estructuras de Teotihuacán, las cuales están cuidadosamente conservados en el museo.
Por las dimensiones del sitio y sobre todo por las verdaderas joyas arqueológicas que se encuentran en la diversidad de palacios, conjuntos habitacionales y museos ubicados en diversos rumbos del gran circuito teotihuacano abierto al público, es recomendable que la visita se realice por lo menos durante dos días completos.
Teotihuacán está abierto de lunes a domingo de 8 a 15 horas.
Los museos tienen un horario de 9 a 16:30 horas.
Mapa de Teotihuacan |